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  1. ¿Qué tal, 2014?

    martes, 18 de noviembre de 2014

    Este es el año de los: "sí, puede ser…ains… no, nada de nada".

    Hace justamente un año que llegué de Francia. El período de prácticas que hice en el país vecino se acababa y volvía con la maleta llena de nuevas vivencias, como la emisión que realicé desde el parlamento europeo de Estrasburgo, los amigos que aún conservo, y un gran avance en la lengua del (como empalagosamente llaman) amor.

    Comencé aquí a buscar la oportunidad perdida, pero parecía estar más perdida que nunca o  comenzaba a perderse. Entonces decidí ampliar mis horizontes, puesto que mi grado en periodismo parecía comenzar a quedarse obsoleto. Esta vez decidí volcarme al lado más “comercial” realizando un máster en Marketing y Comunicación. Volví a recobrar la ilusión, pues parece que el marketing es el ingrediente secreto de todo, o casi todo. Además, el estar en contacto con nuevos compañeros y profesores volvía a poner en marcha mis circuitos cerebrales, algo que disfrutaba sobremanera.  Pero al tiempo seguía intentando labrarme mi futuro profesional junto a algunos compañeros, de ahí salió algo digno de orgullo como Ilustrafun (del que hablo en mi anterior post), aunque y desafortunadamente, el proyecto de empresa sobre el que planeábamos no fraguó.

    Mi situación se resumía a: Cursar el máster semipresencial de viernes y sábado, reservar parte de mis fuerzas para ilustrafun, encontrar y realizar unas prácticas del máster en una empresa.  Pues bien, yo siempre he sido de pensar que con esfuerzo y tesón se puede lograr. Gracias a esa insistencia (y a una mano externa) conseguí entrar a hacer las prácticas obligatorias en una importante empresa química. Cuál fue la sorpresa cuando me dijeron que me darían una beca. ¡¡Qué gran noticia!! Aunque de esa beca nunca más se supo. Solo oí hablar de ella aquel día. Menos mal que el trabajo en Ilustrafun me levantaba el ánimo.


    Comencé a buscar otros trabajos. Y ya pasadas las vacaciones e Ilustrafun y con el ánimo más regenerado, me llamaron para varias entrevistas de trabajo (pues mi actual empleo era el de buscadora de trabajo). La primera entrevista era para trabajar como becaria en París en un nuevo medio digital para los jóvenes (con un sueldo ínfimo). No hubo suerte, o quizás sí, porque con la remuneración que ofrecían no tendría ni para el pan. La segunda como becaria (de nuevo) para llevar la comunicación y redacción de textos en una ortopedia online. Y ésta fue la que más me chocó, pues la habían montado unos chicos jóvenes, poco mayores que yo, los mismos que me entrevistaron, y ya estaban bebiendo de la picaresca española. Ofrecían una beca a través de la comunidad autónoma, o sea, ellos no ponían ni un céntimo, pero la cosa no acaba ahí, me hicieron una entrevista digna de un alto cargo, claro, eso para después ni avisar de que no estaba dentro. ¡Gracias chicos por solidarizados con los jóvenes!.

    Tras todo ello, consigo acabar el máster, presentar el TFM con resultado sobresaliente y graduarme. Entonces me siento en mi silla de pensar y me pregunto ¿Ahora qué? Poco después recibo una llamada, tengo otra entrevista de trabajo… pero esta es digna de una entrada aparte. Aunque ya podéis imaginar el fatídico desenlace.

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