(Tienes dos opciones, leerlo o escucharlo)
O hay muchos que no se cansan de decirlo. Somos vagos,
cómodos y con el mínimo espíritu de sacrificio, maleducados, irrespetuosos con
los adultos y con el prójimo. No encontramos nuestra vocación, no sabemos lo
que queremos y vamos gastando tiempo y dinero para lograrlo, tan solo nos
importa la diversión, el placer por el placer sin atender a las consecuencias; ah,
y sobre todo, somos egoístas.
Estas son algunas de las características que forman el
perfil de muchos jóvenes, pero ¿nadie se ha parado a preguntarse por qué? ¿Qué nos diferencia de nuestros padres o
abuelos?
En la mayoría de las casas, cuando nuestros abuelos eran
niños los recursos eran muy limitados. Gran parte de los españoles trabajaba y
comía del campo. Era una época en la que las casas tenían corrales y se criaban
gallinas, conejos, pavos… que eran el sustento familiar. Por supuesto, para que
el hogar saliera adelante todos debían contribuir, unos en la casa, otros con
los animales, también en el campo o algún otro empleo. El esfuerzo conjunto de todos ellos hacía que
pudieran subsistir, y pensar en estudiar estaba reservado para señoritos ya que no se podía prescindir
de un par de manos de trabajo. Más
adelante se encontrarían con la guerra civil y el régimen franquista, entonces la
aspiración de los españoles era permanecer vivo y poder salir adelante. Algunos
más aventureros soñaban con el final del dictador. Y en general todos buscaban
un futuro mejor para sus hijos.
Nuestros padres, criados con el propósito de sus padres de
conseguir una mejor calidad de vida, pudieron recibir algún tipo de estudios (unos
más y otros menos), y aun así deberían contribuir en el sustento del hogar.
Hacían las labores de la casa, aprendían a cocinar, a coser, a limpiar o
trabajaban en fábricas y campos, las mujeres; los hombres salían a trabajar
fuera, en el campo, en las fábricas o aprendían un oficio. Les tocó vivir en
una época de esperanzas pero de incertidumbre, como fue la transición española.
Entonces comenzaron a creer, a luchar y a desear un futuro mejor para sus
hijos, un futuro en el que pudieran ser señoritos,
dedicarse a estudiar y encontrar un buen puesto, en lugar de ‘partirse la
espalda’ como ellos.
Ahora, nosotros hemos nacido en una sociedad fruto de la
lucha de nuestros abuelos y padres. Vivimos en un país desarrollado con una
elevada calidad de vida. Tenemos al alcance las últimas tecnologías que nos
facilitan las tareas y nos ayudan a
disfrutar. No hemos tenido que luchar ni trabajar en el campo de sol a sol, nos
hemos librado del servicio militar obligatorio y de renunciar a los estudios
porque en casa se necesitaba ayuda. Entonces ¿por qué debemos luchar? ¿Cuál es
nuestra aspiración?, ninguna.
Desde pequeños lo hemos tenido todo. Una educación, un
cuidado personalizado, hemos visto los dibujos animados en televisión durante
los fines de semana e incluso hacíamos alguna excursión familiar al cine. En
vacaciones íbamos a la playa algún día o pasábamos allí una semana. Hemos
tenido peonzas, canicas, combas, elásticos, también Barbies, Power Rangers,
hasta Segas y Nintendos. Más adelante algunos disfrutaron de moto y otros
estrenaron ese novedoso invento, el teléfono móvil, aunque lo más que hacíamos
con él era “dar toques” o enviar SMS. También
llegó a nosotros la ropa de marca, las primeras salidas los fines de semana y
los suspensos. Si lo teníamos todo ¿para qué estudiar? Nuestros padres se
partían la cabeza intentando explicar que así conseguiríamos un futuro mejor. ¿Qué futuro mejor? ¿No lo tenemos todo ahora?
A pesar de ello, para que estudiáramos, nuestros padres,
víctimas del deseo de que nosotros llevásemos una vida mejor que ellos, cedían
a nuestras peticiones y seguían colmándonos de nuestros caprichos, dándonos
dinero para salir de fiesta y, en cierto modo, han contribuido a las primeras
borracheras, segundas, terceras…
Nuestros referentes han sido los protagonistas de ‘Salvados
por la Campana’, ‘Sensación de vivir’ al ‘Salir de clase’ o ‘Compañeros’…
jóvenes irresponsables que “vivían la vida”. Y a eso aspirábamos. ¿Qué valores
podríamos obtener? Nos hemos criado en
una sociedad que nos ha mimado en cada etapa, ¿para qué tendríamos que
sacrificarnos? Ahora muchos andan perdidos, les han dado tanto y no les
facilitan conseguir un empleo…
Yo creo que hay esperanza. La crisis contribuirá a ello y
destacará a esos jóvenes dispuestos a sacar su máximo rendimiento. Aquellos que
luchan y creen en valores de fortaleza, perseverancia, prudencia, respeto,
justicia y verdad. Aquellos que supieron
caer y salir de la tentación porque tuvieron buenos guías y referentes que se paraban a
explicarle el valor de las cosas. Esos se esforzarán por conseguir un futuro
mejor.
Joeee chica,sólo tú lo podrías explicar así de bien! Jeje
La idea del audio es muy buena!!!, Un saludo