En mi opinión (uy, no comienzo bien este post) los problemas gubernamentales que tiene España, o sea, los problemas de este nuestro país, son tan complicados y profundos que el solucionarlos no es moco de pavo. Eso sí, el solucionarlos bien y no poner parches, es casi imposible.
El jueves pasado asistí a unas jornadas formativas (o más bien informativas) de un nuevo programa que quieren implantar en la Unión Europea para reducir el paro juvenil en los países que superen el 25%, como España que andamos por el 56’4%. El proyecto llamado Garantía Juvenil y que entrará (o planean que entre) en marcha el próximo año, es decir, en unos días, consiste en implantar un sistema por el cual los jóvenes hasta 25 años que estén sin estudiar (bien por haber acabado o por abandono) o sin trabajar puedan encontrar un empleo, unas prácticas profesionales o una formación, tan sólo cuatro meses después. Algo que suena inaudito. Y que nos hace pensar, ¡¡Genial!! Por ¿qué no lo habéis puesto antes en marcha? Pero entonces se cae del sueño cuando una de las participantes pregunta, “¿pero si no hay empresas cómo van a hacer prácticas profesionales?” -y otra añade-, “pero aquí el problema alcanza hasta los 30 años”. El experto europeo no tiene respuesta a la primera pregunta y a la segunda justifica que está en manos de cada país ampliar la edad, pero los fondos destinados serían los mismos, (6.000 M de € de 2014 a 2020, de los cuales se destinarán 940M de € a España) por lo tanto el país debería correr con parte de los gastos. Y en ese punto es en el que a la palabra “ayuda” se le caen letras y se queda en ¡Ay!.
Este novedoso programa, del cual el experto europeo defendía que su objetivo es cambiar la base, aplicar ese método y no parchear, ha sido copiado de técnicas exitosas implantadas en Finlandia y Austria. ¡¡Acabáramos!! Dos ricos países con muchas menos problemáticas que las nuestras. Pero, quizás no se ha llegado a cavilar que posiblemente esos países vayan mejor porque tengan una mejor base, es decir, no existan ya tantos errores en el cimentado como el nuestro. Y sí, efectivamente, la personalidad venida de Austria para explicar la Garantía Juvenil nos ha dado pelos y señales del sistema de educación austriaco para casi “impedir” el abandono escolar, y que la gran parte de los chicos salieran formados, pero no solo eso, con prácticas hechas y remuneradas, y con una profesión adaptada a la demanda del mercado.
Creo que ese fue el momento en el que los rostros del pequeño auditorio perdieron, un poquito las esperanzas. Pocos desconfían de la ejecución de este plan (bueno, algunos sí dudaron), pero no será tan magnífico como parecía. Gran parte de los universitarios se quedan fuera por la restricción hasta los 25, además se deben localizar empresas que se acojan, ofertar cursos de calidad para que aquellos denominados “ninis” salgan con un oficio, o algo por el estilo, que se lleve a cabo una gestión adecuada para cumplir los 4 meses de espera, y que ello dé sus frutos y tras el paso por el programa el joven tenga un puesto de trabajo.
Una difícil deducción que me ha vuelto a desviar la atención a los problemillas de España, y estos a su vez me han hecho acordarme de los Sudokus. Sí, así veo yo el gobierno. Hay que hacer tantas reformas en tantos ministerios que si tocas uno afectarás a otro, y a otro; se parece a ese Sudoku que tienes casi completo, pero te das cuenta que no, que en algo has fallado porque no encajan las últimas cifras, momentos atrás ibas bien, pero no te aseguraste. Entonces te pones nervioso, ante las ganas de terminarlo para demostrar de lo que eres capaz, y temeroso, esperando que nadie se dé cuenta de tu error (o no muy pronto). Y para intentar solucionarlo recorres al viejo truco de cambiar un par de números, parchear un poco, para ver si la cosa mejora, y parece que sí, pero no. Entonces cambias otros números por otro lado pero, no, se empeora. Aun así, te empeñas en seguir ejecutando esta maniobra, que cada vez resulta más tediosa y compleja, en lugar de hacer lo más eficaz, aunque no lo más fácil, borrar todo y comenzar de nuevo, pero esta vez con cuidado.
Las vistas desde la Facultad de empresa de la Politécnica donde se realizó el evento |
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